Entonces lo supe, una vez que sus brazos me acogieron en su pecho, cada parte rota que había en mi se unió de nuevo y los malos recuerdos junto con las pesadillas fueron desapareciendo, apenas parecían doler; sus voces ya no resultaban tan crueles, ni mis heridas tan profundas. Sentí que volvía a empezar de cero o al menos que mi corazón latía sin miedo.